31 dic 2010

EL HANNIBAL LECTER SOVIETICO


El 22 de diciembre de 1978, Chikatilo mató por primera vez a los 42, abordó en la calle a una niña de nueve años de edad, y la convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Sabía como hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía a sus dos hijos. Una vez allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación. Chikatilo había intentado satisfacer su necesidad sexual movido por la esperanza de llegar a ser igual que los demás, pero no lo era.
En octubre de 1991, diagnosticaron que el asesino estaba "legalmente cuerdo". El juicio de Andrei Chikatilo se iniciaba en abril de 1992, y duraría hasta octubre de ese mismo año. Éste, con la cabeza rasurada, presenció su juicio desde un cubículo de metal. El primer día deleitó a los fotógrafos esgrimiendo una revista porno, pero más tarde, abatido, se quitó la ropa y meneó el pene gritando: "Fijaos que inutilidad, ¿Qué os pensáis que iba a hacer con esto?"
Los jueces no dudaron en anunciar el veredicto que habían nominado: el 15 de octubre de 1992 fue sentenciado a la pena capital, y fue ejecutado en la prisión de Moscú el 16 de febrero de 1994.

EL GIGANTE (1951-1973)


Edmund Emil Kemper nació el 18 de diciembre de 1948 en California. Como la mayoría de los asesinos recurrentes, se crió en el seno de una familia conflictiva cuyos padres reñían constantemente y que con el tiempo terminarían divorciándose.
Cuando su madre lo manda a vivir a la granja de sus abuelos paternos, el joven Ed se va volviendo tímido y se aísla cada vez más, soñando con vengarse e imaginando juegos mórbidos en los cuales tienen un papel esencial la muerte y la mutilación. Nadie toma en serio sus fantasías morbosas, ni siquiera cuando a los ocho años juega a la silla eléctrica o a la cámara de gas con sus hermanos, desempeñando el papel de víctima mientras los otros hacían de verdugos y lo ejecutaban. Fascinado por las guillotinas, decapita y mutila las muñecas de su hermana.
Es incapaz de expresar cualquier sentimiento de afecto y sus compañeros evitan su presencia, pues les asusta la manera en la que Kemper les mira fijamente, sin pronunciar palabra.
A los 13 años mata al gato de la familia a machetazos. Le corta el cráneo con cuidado para exponer el cerebro y luego lo apuñala numerosas veces. Su madre descubre los restos del animal en el armario.
Cuando tenía 15 años, dispara contra su abuela con un rifle del calibre 22 y luego la apuñala una y otra vez para desahogar su ira, porque según él, era más estricta y le imponía más castigos que su propia madre. Después le pegó un tiro a su abuelo y dejó el cadáver tendido en el jardín. Tras estos crímenes, llama a su madre avergonzado para decirle: "La abuela ha muerto. El abuelo también".
Mientras era detenido por la policía, le preguntan porqué lo había hecho, a lo que Ed respondió: "Me preguntaba que se siente al disparar sobre una abuela..."
Las autoridades lo internan entonces en una institución para enfermos mentales, y pese a la oposición de los psiquiatras, lo sueltan cuando tenía 21 años, para ponerlo de nuevo al cuidado de su madre. Por aquel entonces ya medía 2,05 metros de estatura y pesaba unos 135 kilos.
En mayo de 1972 recogió en su coche a dos autoestopistas de 18 años, las llevó a un sitio apartado y allí las mató a puñaladas. Luego, trasladó los cuerpos a casa de su madre, les sacó fotografías con una Polaroid, los descuartizó y les cortó la cabeza para enterrar posteriormente los restos en un cerro de las inmediaciones
El "gigante asesino" no elegía sus víctimas al azar, las somete a un cuestionario escrupuloso preparando con anterioridad una lista de características físicas y morales de sus futuras víctimas. Es absolutamente necesario que corresponda a la imagen que tiene de las estudiantes que su madre le había prohibido frecuentar.
Cuatro meses después mata a otra joven de quince años de una manera similar, recogiéndola cuando hacía autostop, estrangulándola, violando el cadáver y llevándoselo a casa. Mientras se entregaba a esta orgía criminal acudió a una de las evaluaciones psiquiátricas a las que debía someterse con regularidad, y fingió tal lucidez que según los peritos que lo examinaron, ya no representaba una amenaza para sí mismo ni para los demás. Ese día llevaba en el maletero de su coche la cabeza decapitada de su víctima más reciente...
"Esas chicas son lo bastante mayorcitas como para saber lo que hacen, y sobre todo, lo que no hay que hacer, como es el autostop. Me desafían por el hecho de otorgarse el derecho de hacer lo que les venga en gana. Eso es lo que me molesta: se sienten seguras en una ciudad en la que yo no lo estoy

CARL PANZRAM


Carl Panzram ha sido uno de los más terribles asesinos seriales de todos los tiempos. Comenzó su carrera criminal cuando fue arrestado a los ocho años por ebriedad y comportamiento escandaloso. Desde esa temprana época todo fue de mal en peor. Cuando estuvo en África contrató a ocho negros para que lo ayudasen a cazar cocodrilos. En lugar de cazar lagartos, cazó a sus ocho ayudantes. Se piensa que cometió miles de robos, atracos, incendios y se jactaba de haber sodomizado a más de mil hombres.
Panzram recibió una condena de 20 años por robos y fue enviado a la prisión federal de Fort Leavenworth, en Kansas, en 1928. Ahí, comenzó a escribir sus memorias de sodomía y muerte y en un acceso de mal humor golpeó a un trabajador de la lavandería hasta matarlo. Panzram rápidamente confesó su crimen, pidiendo ser colgado, y se le complació. Cuando una organización en contra de la pena de muerte trató de salvarlo, dijo: “Desearía que todos ustedes tuvieran un solo cuello, y que mis manos estuvieran alrededor de él”.
El 5 de septiembre de 1930, Panzram fue ejecutado. Malvado hasta el final, mientras estaba en el patíbulo le dijo a su ejecutor: “¡Apúrate, bastardo! Yo podría colgar a una docena de hombres mientras te haces tonto”.
En su libro, Panzram culpa al sistema penitenciario y a la sociedad por haberlo convertido en un monstruo. Escribió que no sentía la menor culpa por los asesinatos, violaciones y robos que cometió durante su vida. En 1970, sus memorias fueron publicadas y sirvieron de base para la película Killer: A Journal of Murder.
En total, se piensa que cometió unos 21 asesinato, pero la cifra real podría ser de varios cientos.

BELLE GUNNES LA VIUDA NEGRA


Esta mujer de aspecto apacible se ganó a pulso la reputación de ser la asesina más peligrosa de los Estados Unidos...
Nació en 1859 en Trondhjem, Noruega, en dónde vivió hasta el año 1883, en el cual se fue a Chicago, y se casó al poco tiempo.
Ocho años después de la boda, en 1900, muere su marido, Max Sorensen, dejándole en herencia la bonita suma de 100 dólares del seguro, además de la suma conseguida por la venta de la granja en dónde residían. Con esa honorable cantidad, Belle se agencia una pensión, con tan mala suerte que se incendia al poco tiempo, dejando a la "pobre" viuda con el único consuelo de la póliza de seguros que había tomado la precaución de contratar.
Lejos de mostrar resentimiento alguno, con una iniciativa digna de admiración, invierte todo el dinero en una pastelería, negocio próspero... hasta que de nuevo el fuego lo consume en una sola noche.
Como la compañía aseguradora estaba sospechando que los incendios fuesen provocados, la viuda cambia de aires y decide instalarse en el Este. Se va a Indiana, en dónde se casa por segunda vez con el hombre que le cedería su apellido: Peter Gunness.
Como no es de extrañar en los matrimonios dónde anda de por medio una "viuda negra", Peter no vivió mucho tiempo después de casado. Sufrió un extraño contratiempo al resbalar "accidentalmente" en un estanque y propinarse un golpe mortal en la cabeza. La viuda Gunness no pudo sino disfrutar del dinero del seguro de su marido.
Después de ésta "tragedia" y cansada de estafar las aseguradoras con los incendios, decide probar otros métodos para conseguir dinero fácilmente, como poner anuncios en la sección de contactos de los periódicos. El matrimonio sí que podía llegar a ser dinero fácil, ya lo había comprobado...
"Viuda rica, atractiva, joven, propietaria de una granja, desea entrar en contacto con caballero acomodado de gustos cultivados con el objeto de contraer matrimonio".
A este anuncio contestaron cantidad de pretendientes, y finalmente, entre la gran variedad de cartas que recibió en respuesta, seleccionó algunos que le parecieron más adecuados. Les envió a cada uno una carta idéntica en tono abiertamente comercial describiéndole sus posesiones:
"Su respuesta me ha llenado de alegría, pues tengo la seguridad de que es el hombre ideal para mí. Estoy convencida de que sabrá hacer que tanto yo como mis niños seamos felices, y que puedo confiarle cuanto poseo en este mundo. Pero voy a ser sincera con usted y le describiré mi situación actual. No debe haber engaños ni disimulos por cualquiera de las dos partes. En la granja hay setenta y cinco acres de tierra y la cosecha es muy variada. Todo esto ya está casi pagado. Tengo tres hijos pequeños, dos niñas y un niño. Perdí a mi esposo en un accidente hace cinco años... y he descubierto que ocuparme de la granja y cuidar de los niños queda más allá de mis fuerzas. Mi idea es encontrar un compañero a quién pueda confiárselo todo... He decidido que cada candidato que ha merecido mi consideración favorable debe hacer un depósito satisfactorio en efectivo o acciones.
Creo que es la mejor forma de mantener alejados a los timadores que siempre andan buscando una oportunidad de ganar dinero fácil. Valgo un mínimo de 20.000 dólares, y si usted puede traer consigo la suma de 5.000 dólares para demostrar que se toma el asunto en serio, hablaremos del futuro."
No se sabe a ciencia cierta cuantos hombres respondieron a las cartas y llamaron a la puerta de Belle, aunque se estiman más de catorce, pero lo que sí es seguro es que ninguno de ellos vivió para contarlo.
Este juego mortal iba de maravilla para la viuda Gunness, hasta que un descuido acabó con todo. A pesar de que trataba de elegir siempre aquellos candidatos que no tuviesen amigos íntimos o familia, cuando contactó con Andrew Holdgren no se dio cuenta que éste tenía un hermano, por encima, muy curioso...
Habían pasado varios meses desde que Andrew se había marchado hacia Indiana, y como éste todavía no había dado señales de vida su hermano decidió escribir una carta a Belle, la "prometida", pidiéndole alguna noticia. En respuesta obtuvo una carta desesperada de la mujer:
"Haría cualquier cosa por encontrarle. Salió de mi casa un día de enero y daba la impresión de ser muy feliz, pero no he vuelto a verle desde entonces... iría hasta el fin del mundo para reunirme con él..."
El 28 de abril de 1908 la mala suerte llamó de nuevo a la puerta de la mujer. Un gran fuego hizo arder la granja hasta los cimientos... y el misterio de todo es que ella no vivió para contarlo.
Cuando llegó la policía encontró cuatro cuerpos calcinados: el mayor fue identificado como perteneciente a Belle, y los tres pequeños, a sus hijos.
Un mes después comparecía ante un jurado por cuatro cargos de asesinato e incendio premeditado Roy Lamphere, uno de los amantes de Belle, y empleado ocasional en las tareas de la granja. Finalmente sólo fue acusado por el incendio, y pasó 21 años en prisión.
Mientras, los investigadores continuaron su tarea en la granja. A los pocos días hallaron el cuerpo desmembrado de Andrew Holdgren envuelto en una tela más nueve cadáveres más, todos ellos despedazados y envueltos en sus respectivas telas.
Lo cierto es que los crímenes aportaron numerosos quebraderos de cabeza a las autoridades. Nunca pudieron desvelar el enigma de los crímenes... ¿Quién era el verdadero asesino, Belle Gunness o Roy Lamphere? ¿Estaba realmente muerta la viuda o había escapado al incendio?.
Por si esas dudas fuesen poco, la policía cometió un grave error por el que fue criticada durante mucho tiempo: en una ocasión detuvieron erróneamente a dos mujeres inocentes en un tren, creyendo que eran Belle y su madre.
Años más tarde, mientras miles de curiosos seguían visitando la granja como si de un espectáculo morboso se tratase, el amante de Belle acusado de incendio confesó los crímenes de la viuda y cómo él mismo le había ayudado a ocultar varios cadáveres. También reveló que el cuerpo calcinado que creían que correspondía al de Belle Gunness, en realidad no pertenecía a ella, sino al de una vagabunda que había sido atraída a la granja.
No obstante, hoy en día gracias a la medicina y a la antropología forense sí se sabe a ciencia cierta que el cadáver pertenecía a Belle. Pero entonces, ¿Por qué habría mentido el hombre? ¿Qué otras mentiras habrá contado a la policía? ¿Realmente provocó el acusado el terrible incendio?, ¿Para que? ¿Lo habrá provocado Belle Gunness para suicidarse dentro o querría haber hecho una tentativa de fraude a una compañía para cobrar otro seguro?... quién sabe...

ERZSEBET BATHORY (LA CONDESA SANGRIENTA)


Más conocida como "La Condesa Sangrienta", debido a los macabros y sádicos crímenes que cometió, Erzsebet Bathory fue una aristócrata húngara perteneciente a una de las más ilustres familias de Europa. De hecho, de esta misma familia también fueron Esteban y Sigmund Bathory que ocuparon los tronos de Polonia y Transilvania, respectivamente, además de varios dignatarios de la Iglesia y ministros de Hungría.

Popularmente se cree que mataba a sus jóvenes doncellas para bañarse en su sangre porque creía que así se mantendría joven y bella. Se dice que llegó a asesinar a 650 personas para este propósito. Actualmente, y después de las investigaciones llevadas a cabo, no se sabe a ciencia cierta si esto es verdad o no, aunque sí se puede asegurar que cometió incontables crímenes de extrema crueldad.

La historia de Erzsebet comienza en 1560, fecha en la que vino al mundo en el seno de una de las más importantes familias de Hungría. Se le dio una educación esmerada, llamativa para la mujer de esa época y de esa región del mundo, que en ese momento era conocida como Reino de Hungría. Mientras que la mayoría de los nobles de esa zona y en esos años apenas podían escribir, ella dominaba con fluidez el latín, el alemán y el húngaro.

Erzsebet creció como una chica aplicada, aunque ya en su temprana infancia comenzó a llamar la atención por sus comentarios sobre la vejez y la muerte.

Argumentaba que ella no había nacido para morir, y que todo lo bello que le pasaba no podía desaparecer así porque sí. Tal vez en ese pensamiento se encuentre una de las claves que la llevaron a convertirse en la asesina más sanguinaria de la historia.

A la edad en que la mayoría de las muchachas descubren el amor y la belleza en el sexo opuesto, ella manifestó atracción por otras chicas y, especialmente, por su sangre.

En sus 15 años, Erzsebet fue casada obligatoriamente (como se acostumbra entre los nobles de esa época) con otro hijo de familia aristocrática húngara llamado Ferencz Nadasdy.

Ferencz era un hombre acostumbrado a domar caballos salvajes y lidiar con situaciones de peligro, pero nunca consiguió que Erzsebet demostrara sumisión frente a sus deseos. Por el contrario, siempre encontró en ella el espíritu de un potro indomable.

La condesa pasaba varias horas frente al espejo; ensimismada, narcisa y con poco interés en su vida matrimonial.

La habitación de Erzsebet era fría e impersonal, y en ese ambiente de pocos afectos la salud de Ferencz empezó a debilitarse. A medida que el marido perdía fuerzas y ganaba achaques, la condesa se volvía cada vez más ermitaña. Aunque no dejaba de buscar placer en amantes jovenes.

El matrimonio Bathory-Nadasdy vivía en el sombrío castillo de Csejthe, situado en el llamado Reino de Hungría.

Ferencz era conocido como el "El Caballero Negro", por sus destacadas proezas como general en el campo de batalla. Era tan cruel como su mujer. Estuvo la mayor parte de su matrimonio luchando contra los turcos y cuando volvía a casa disfrutaba torturando a los prisioneros.

El hecho de que Ferencz estuviera ausente gran parte del tiempo fue la causa de que Erzsebet buscara refugio en numerosos amantes de ambos sexos de los que pronto se aburrió, de forma que, intentando buscar nuevos divertimentos, llamó a gran cantidad de brujos y alquimistas que la iniciaron en ciertas prácticas de brujería en las que se centró su vida a partir de entonces.

Su marido la abandonó definitivamente en 1604: murió a mediados de ese año. El fallecimiento de Ferencz incrementó su locura por no envejecer. Las sirvientas ya padecían las consecuencias de aquellos deseos. Tenían órdenes de preparar brebajes y pócimas para contrarrestar los efectos del paso del tiempo. Con la muerte de su marido, esas órdenes también dejaron de tener efecto. De esa manera la Condesa desató y empezó su escalada criminal.

Una de las mejores amigas (y cómplices) de Erzsebet se llamaba Darvulia, una anciana conocida en los alrededores como "La Bruja del Bosque".

Luego de la muerte de su esposo, Darvulia abandonó la casa donde vivía y se mudó al castillo de Csejthe. Erzsebet estaba fascinada por la hechicera, creía en todos sus poderes y necesitaba de sus hechizos para mantener la ilusión de frenar el envejecimiento. Los brebajes de Darvulia pretendían disimular el paso del tiempo. Así, la magia negra, los conjuros, alquimia y todo de lo que era capaz Darvulia se instalaron en la habitación y en la vida de la condesa.

A partir de la aparición de la hechicera se meciona a la Virgen de Hierro, una muñeca de tamaño natural que Erzsebet utilizaba en sus ritos de sangre.
Convencida de que la única forma para anular el envejecimiento era bañarse o beber sangre de doncellas jóvenes, desparramó toda la maldad de la que ella era capaz en pos de obtenerla y disfrutarla.

Manipulada por su dueña, la Virgen de Hierro era un objeto de tortura. Era de metal, con cabellera rubia, joyas, maquillaje y siempre se presentaba desnuda.
Con falsa y perversa amabilidad, la autómata recibía y luego abrazaba a las jóvenes víctimas de la condesa. Cuando las tenía entre sus brazos, sus falsos senos se abrían y apuñalaban a la presa. Estando las víctimas malheridas, eran degolladas y su sangre era bebida por Erzsebet. Y, si la cantidad era suficiente, hacía llenar una gran bañera con la sangre de las doncellas y se sumergía en ella, buscando desesperadamente la fuente de la juventud.

En los asesinatos, Erzsebet no actuó sola. Sus cómplices fueron dos de sus criadas:
Jo Ilona y Dorko, ambas fieles e igual de sanguinarias que las Condesa. Se encargaban de buscar a muchachas de entre 12 y 18 años, traerlas al castillo y mantenerlas siempre listas para los sometimientos de su ama. Erzsebet las necesitaba a todo momento; cuando padecía dolores de cabeza, por ejemplo, bajaba hasta el sótano para darles mordiscos y masticar la carne arrancada.
Los gestos de dolor de las doncellas, y las gotas de sangre calmaban, enseguida, cualquier molestia.
El origen de la historia que dice que utilizaba sangre para fines cosméticos data de que un día, propinó una violenta bofetada a la criada que la estaba peinando, con tan mala fortuna que ésta comenzó a sangrar y su sangre salpicó la mano de la Condesa. Convencida de que el trozo de piel donde había caído la sangre se veía más lozano, proyectó tomar baños de sangre humana para mantener su juventud y belleza eternamente.

Erzsebet no solo bebía la sangre de infortunadas muchachas, también las envolvía en orgías indescriptibles. Padecían los peores tormentos. Si hablaban mucho, ella misma les cosía la boca.
Para la gente del pueblo, las chicas que iban al castillo lo hacían en calidad de empleadas. Pero, a medida que iban desapareciendo, empezaron a circular rumores que, de todos modos, no eran ni por asomo más crueles que la verdad sobre las atrocidades que se llevaban a cabo en el castillo de Csejthe. Sólo decían que la condesa Bathory las mataba para bañarse en sangre de vírgenes. Por eso, incluso antes de ser acusada oficialmente, la empezaron a llamar "La Condesa Sangrienta". Erzsebet y sus cómplices daban explicaciones muy tontas para justificar la desaparición de las doncellas. Argumentaban que habían tropezado, que una rara enfermedad las había matado sorpresivamente, que un animal las había devorado en el bosque, etc.

Erzsebet fue llevada a tribunales en donde 20 jueces varones la interrogaron por sus crímenes. Fue condenada, pero no a morir, sino a padecer un encierro perpetuo en su propio castillo.

Así vivió durante casi 3 años. El 21 de Agosto de 1614 murió sin mostrar muestras de arrepentimiento. Tenía 54 años, y las arrugas que tanto odiaba la recubrían por completo. Su rostro, que siempre había mostrado una fría serenidad, estaba terso, sí, pero no por haber encontrado la fuente de la juventud, sino por el frío insoportable que padeció confinada entre las paredes de su habitación.

EL PETIZO OREJUDO


Todos tratamos de pensar que hay algo de bueno, de bondad en todos los seres humanos. Creemos que algo ha llevado a delinquir a ciertos individuos, pero que de alguna manera aún conservan ciertos valores, que los hacen en definitiva miembros de la raza humana. Pero con Cayetano Santos Godino, también conocido como el Petiso Orejudo, nos damos cuenta de que existe un componente de maldad humana innato en algunas personas. Son personas –si es que se las puede considerar así- que no solo realizan actos llenos de maldad, sino que gozan con un placer enfermo de sus obras. El contemplar el abismo negro de estas almas causa un escalofrío que conmueve a cualquiera. Da miedo el solo pensar que en el mundo en que vivimos puedan existir seres humanos así. Sin embargo, están, y algunos de ellos caminan libremente por las calles.
Tal es el caso de Godino, uno de los delincuentes más terribles, no sólo en la historia penal de la Argentina, sino del mundo entero. Pocas veces se han documentado casos de tanta maldad y sadismo, y menos en personas tan jóvenes, un niño como era Godino cuando cometió sus atroces crímenes.
Su carrera criminal comienza a los siete años de edad. En ese momento, el 28 de septiembre de 1904 llevó a Miguel de Paoli, un niño de 21 meses de edad, a un terreno baldío donde lo golpeó hasta que fue detenido por un policía.
Al próximo año, llevó a Ana Neri, una beba de 18 meses, a un baldío donde comenzó a golpearle la cabeza con una piedra. Afortunadamente volvió a ser detenido, pero fue liberado esa misma noche.
En 1906, volvió a llevar a una niña a un baldío donde intentó estrangularla –uno de sus métodos preferidos de muerte y tortura- y luego la enterró viva. A los 10 años Cayetano se divertía torturando animales –una actividad común a muchos asesinos seriales, quienes comienzan su carrera criminal de esta manera-. Su padre mismo se dio cuenta de la bestialidad y maldad de su hijo, y lo entregó a la policía. Pero no sirvió de mucho, ya que sólo pasó dos meses detenido en una alcaldía, tras lo cual fue liberado.
A los 12 años, trató de ahogar a un bebé de 22 meses, pero fue detenido justo a tiempo. El 6 de diciembre los padres volvieron a llevarlo a la comisaría, pero esta vez permaneció encerrado tres años en la Colonia de Menores de Marcos Paz, pero a petición de sus padres fue liberado el 23 de diciembre de 1911.
Los crímenes, por supuesto, siguieron. El próximo fue Arturo Laurona, de 13 años, muerto por estrangulación. Luego, prendió fuego al vestido de una niña de sólo 5 años, Reyna Vainicoff, quien murió días después a causa de las terribles quemaduras.
A Cayetano también le gustaba el fuego. Según sus propias palabras: “Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego”. Al poco tiempo, incendió una estación de tranvías, y un aserradero. Pero no dejaría de lado su hobbie preferido, matar.
El 8 de noviembre de 1912 intentó estrangular a Roberto Russo, un niño de dos años, pero fue detenido. Esta vez fue procesado por intento de homicidio, pero fue liberado por falta de méritos.
El 16 de noviembre golpeó a Carmen Ghittoni, de 3 años, quien sólo recibió heridas leves ya que Cayetano fue detenido por un policía. El 20 de noviembre raptó a una niña de 5 años, Catalina Neolener, quien comenzó a gritar y alertó a un vecino de la zona que la rescató. A finales de noviembre incendió dos galpones, que fueron rápidamente apagados.
Su último crimen, y también el más comentado, sucedió el 3 de diciembre de 1912. A esta altura, con 16 años, raptó a un niño do tan solo 3 años, Jesualdo Giordano. Primero quiso estrangularlo, con el cordel con el que se ataba sus pantalones. Pero el niño se resistía a morir, entonces decide atarlo de pies y manos. Como no estaba seguro si había muerto, le clavo un clavo en la cabeza, con una piedra que uso de martillo. No conforme con eso, asistió al velorio del niño, y acercándose al cajón tocó al cadáver, y preguntó donde estaba el clavo que tenía en la cabeza, dónde lo habían puesto.
Finalmente, al siguiente día fue detenido, esta vez para siempre.
Fue condenado en primera instancia a dos años en el hospicio de las mercedes, ya que se lo consideraba inimputable. Pero, en 1915, la Corte Suprema, decidió que en realidad era capaz, por lo que ordenó su traslado al penal de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires.
En 1923 es llevado al penal de Ushuaia, en la provincia de Tierra del Fuego, un terrible lugar.
Aun en la cárcel no dejaba de lado su mayor placer: matar y causar sufrimiento. En 1933 mató a dos gatos, a uno de ellos lo tiró dentro de una estufa encendida, causando la muerte del animal. Los presos le dieron una terrible paliza que lo dejó enfermo por mucho tiempo. Jamás recibió atención ni visitas. Finalmente en 1944 muere, y se especula que fue a causa de la paliza que le habían propinado hacía ya 12 años.

JORGE EDUARDO ACOSTA


Acosta fue el jefe de inteligencia del Grupo de Tareas 3.3.2 y el que manejaba todo lo que ocurría en la ESMA. Este grupo de operaciones especiales que operó dentro del ESMA fue el responsable de algunos de los secuestros más renombrados: el de las monjas francesas, a quienes ordenó que se las arrojara al Delta del Tigre, el de los familiares de los desaparecidos que se reunían en la Iglesia de Santa Cruz, y el de la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo. Tambi&eacuten fue Acosta el que decidió el traslado (o ejecución) de Dagmar Hagelin, la jovencita sueca. Acosta era el responsable de decidir quien viviría y quien moriría, el determinaba quienes de los desaparecidos serían tirados al mar desde los aviones de la Armada. Acosta también participaba en las sesiones de torturas a los desaparecidos detenidos en la ESMA. Además participó en los vuelos de la muerte, en los cuales los desaparecidos eran tirados vivos al mar desde aviones. Según un testigo, Acosta hacía bailar a ritmo de samba a los desaparecidos "para que estuvieran alegres" antes de que estos fueran inyectados con calmantes.
En su juicio, se le imputaron 82 delitos, entre ellos: la desaparición de la familia Tranopolsky, la tortura de los detenidos-desaparecidos Nilda Noemí Actás Goreta, Lisandro Cubas, Carlos Alberto García y Ricardo Coquel, entre otros.
También se le imputa ser uno de los que determinaba a quien se le entregaría ilegalmente los hijos de las desaparecidas nacidos en la ESMA.
Según Acosta, que declaró ante un juzgado militar en 1986 y 1987, en la ESMA se esmeraba en quebrar con tortura a los detenidos y cuando lo hacía, los convertía en agentes de inteligencia.
En 1981 viajó a Sudáfrica donde se desempeñó como asesor en la lucha contrainsurgente.
Acosta es imputado en los procesos contra los militares argentinos acusados de desaparecer a ciudadanos italianos.
En octubre de 1997, el juez español investigando la desaparición de los ciudadanos españoles en Argentina emitió un auto de procesamiento y detención contra Acosta y otros por los crímenes de genocidio y terrorismo.
Pasó a retiro en 1984 y actualmente se desconocen sus actividades - la última en ser confirmada era como jefe de seguridad de un mercado. Sin embargo se alega que Acosta está involucrado en el aparato de Alfredo Yabrán, a quien se le imputa ser cabecilla del crimen organizado en Argentina. También se ha alegado que Acosta trabaja para Bauza y Corach.
En enero de 1998, se descubrió que Acosta tiene una cuenta de banco en Suiza, que podría haber sido utilizada para esconder el dinero robado a los desaparecidos. Esto hace posible que se abran nuevas investigaciones sobre delito de robo en Argentina.
En marzo de 1988, el policía retirado Roberto Oscar González señaló a Acosta como el responsable del operativo en el que habría muerto el periodista Rodolfo Walsh, en 1977.

12 dic 2010

YIYI MURANO (EL TE DE LA MUERTE)


Su verdadero nombre era Maria de las Mercedes Bernardina Bella Aponte. Nacida en la provincia de Corrientes (Argentina) en el año 1930.
Acusada de haber envenenado a tres mujeres y llevada a juicio por homicidio, Yiya Murano nunca confesó. Fue absuelta en primera instancia, el juez alegó que había dudas insalvables. Tres años después, la Cámara de Apelaciones evaluó los indicios de manera diametralmente opuesta y la condenó a cadena perpetua.
Año tras año Yiya presenta pedidos de indulto y de conmutación de pena porque insiste en su inocencia.
Hace poco, sus reclamos fueron escuchados por el presidente de Argentina, Carlos Ménem y su pena fue reducida a 25 años de prisión.
Carmen Zulema del Giorgio Venturini, su prima segunda, tentada por las promesas de jugosos intereses, entrego a Yiya un montón de dinero no muy significativo, con el propósito de que lo invirtiera. Luego del éxito de su primera inversión decidió hacer otra.
Su vecina Nilda, hizo lo mismo y una amiga de esta, Leticia Fornisano de Ayala también se sintió atraída y decidió invertir.
Yiya aumentaba desmedidamente su amistad hacia estas y sobre todo, las visitaba con mayor frecuencia.
El sábado 10 de febrero de 1979 Nilda Gamba comenzó a sentir dolores agudos en el estomago y náuseas. El medico que la atendió le pronosticó intoxicación y ella recordó (al médico) haber tomado el té con Yiya.
Yiya se ofreció a cuidarla. Por la noche, empeorando, entró en estado de coma y el domingo fallecía.
Yiya buscó al doctor Tomer, el primero que la atendió, con el fin de que firmara el certificado de defunción. El médico se negó alegando que él no había sido el último en atenderla. Ante tal inconveniente, Yiya se dirigió al medico de la cochera, quien sí aceptó el trámite a cambio de una propina. La causa de muerte según el certificado fue: paro cardíaco no traumático, fórmula que evita la autopsia.
Un mes y medio antes, durante tres días no se supo nada de Nilda. Se hizo la denuncia a la policía y cuando forzaron la puerta encontraron a Nilda tirada en el piso, víctima de un coma diabético. Aquella vez fue Yiya la persona que vio a Nilda por última vez antes de que se descompusiera. Puede que haya sido un intento de envenenamiento que no resultó, o tal vez lo del coma diabético haya sido verdad.
Días más tarde cuando debía devolver el dinero a Chicha, Yiya fue a su casa a tomar el té y a tranquilizarla. Según ella convinieron en encontrarse esa misma noche. Cuando Yiya y las otras amigas fueron a buscarla, nadie contestaba.
El 22 de febrero los vecinos del edificio denunciaron a la policía que del departamento ocupado por Chicha salía un olor penetrante y que nadie contestaba el timbre. Al forzar la puerta encontraron el cadáver sentado frente a la tv, a su lado restos de pescado, una taza con un poco de té. También en este caso el médico de la funeraria extendió el certificado de muerte: infarto de miocardio no traumático.
El 24 de marzo, Mema del Giorgio Venturini sintió náuseas y un profundo malestar. Desfalleciente, se arrastró hacia el pasillo del edificio, pero presa del vértigo perdió el equilibrio y cayó haciendo ruido, el cual escucharon los vecinos y acudieron a socorrerla. En ese momento llegaba Yiya quien preguntó a los vecinos si Mema había dicho algo antes de perder el conocimiento. De camino al hospital en la ambulancia, al fallecer la víctima le preguntó al medico si seria necesaria la autopsia.
Cuando Diana Maria Venturini, hija de Mema, intentaba poner en orden las pertenencias de su madre descubrió que faltaban unos Pagarés que habían sido extendidos como garantía de los depósitos de Yiya, ante este hecho, indagó al portero del edificio quien recordó haberle dado las llaves del departamento a Yiya, minutos después de ocurrido el incidente, con el propósito de hacer unas llamadas a los familiares (las cuales nunca se hicieron).
Ya en su domicilio y con la mente más despejada Diana comenzó a hacer conjeturas. Puesto que otras 2 personas a quienes Yiya debía dinero habían muerto en circunstancias similares a las de su madre, decidió hablar del caso con la policía. A partir de eso, el juez ordenó la exhumación de los cadáveres para realizarles las autopsias pertinentes. En el caso de Nilda y Chicha, inhumadas en tierra, esa tarea no arrojaría resultados decisivos ya que en el proceso de descomposición de los cuerpos una de las sustancias que se forman es el clorhidrato de cianuro. Esto impide establecer si la sustancia esta allí por causas naturales o por haber sido injerida en vida. En cambio, en el cadáver de Mema pudo determinarse con exactitud que en sus vísceras había restos de cianuro alcalino y así se consideró que se trataba de muerte por envenenamiento.
A los tres años de estar detenida, salió en libertad. ¿Cómo explicar la decisión de la justicia cuando nadie dudaba de su culpabilidad?
Primero: Yiya nunca había confesado, segundo, si bien todas las pruebas apuntaban en su contra, no hubo testigos directos de los crímenes, y por último, que la querella se basaba en que otra persona no podría haber sido, pero demostraba incapacidad en probar la autoría de la imputada. Yiya estuvo muy cerca de cometer el crimen perfecto que tanto admiraba.
Las mujeres habían sido asesinadas con una sustancia que, una vez muertas, era producida por el cuerpo en estado de descomposición. Sólo la agonía de Mema le había dificultado las cosas.
Después de tres años de libertad, la Cámara de Apelaciones la considera culpable, ante este fallo, Yiya planea fugarse.
La Cámara calificó que los hechos constituyen homicidio calificado por ser cometidos con veneno reiterado en tres oportunidades. También se la condenó por el delito de estafa al patrimonio de estas mujeres.
Desde el punto de vista médico, de acuerdo con el informe forense, Yiya presenta ´una personalidad polifacética en la que se destacan componentes histéricos, paranoides y perversos, y es precisamente en base al tipo de personalidad que estiman los médicos que posee peligrosidad social´.
Se considero probado en la causa que el cianuro que llevo a la muerte a Mema Venturini y a Nilda Gamba fue colocado en vasos de agua, como parte de remedios, que éstas tomaban sin dudar, en razón de la confianza que tenían con Yiya. En cuanto al caso de Chicha Ayala, el tribunal sostuvo que el cianuro tuvo dos vehículos posibles: el té o las pasas. Se sabe o supone que el cianuro estaba en los saquitos de té, ésta es una manera de que nadie sospeche de ella por que las mujeres vivían solas, eran de avanzada edad y cuando morían no hacia falta que Yiya estuviese presente.

113 APUÑALADAS DE PURO AMOR


"Bebe, te amo. Nunca más me quiero pelear con vos", le había escrito Carolina a Fabián a fines de 1993, el día en que cumplieron 10 meses de novios. Esta y otras 100 cartas estaban guardadas por Fabián en el cajón de su mesa de luz.
En un aparente ataque de celos, un joven, Fabián Tablado (20), asesinó a su novia, Carolina Aló (17), de 113 puñaladas. Después llamó por teléfono a un amigo, le contó lo que había hecho y le dijo dónde estaba. La Policía lo detuvo poco después.
Fabián y Carolina eran novios desde principios de 1993. Vivían con sus familias en el centro de Tigre y por la noche cursaban juntos el 4° año del secundario en el colegio Marcos Sastre.
El lunes habían salido de la escuela a las 21.30, una hora y media antes que terminasen las clases. Carolina, que el martes que viene iba a cumplir 18 años, dijo que tenía que visitar a un primo que estaba enfermo.
En realidad, se fue con Fabián a la casa del joven, en Albarellos al 300. Los padres del joven y sus cuatro hermanos habían ido a comer a la casa del abuelo.
Dijo Cristián Baldo (21), primo de Carolina: "Fabián estaba convencido de que ella lo engañaba con un amigo. Varias veces le pegó por celos, por ejemplo la semana pasada, y la había amenazado con matarla". Para el padre de la víctima, el joven la mató porque ella pensaba dejarlo.
Cuando los Tablado regresaron a su casa, a eso de las 23, y vieron todo manchado de sangre, pensaron que habían entrado ladrones y que Fabián estaba herido. El desorden era tal que no se animaron a entrar. Llamaron a la Policía. Minutos después, agentes de la comisaría 1° encontraron el cadáver de Carolina en el garaje.
El comisario Raúl Torre, a cargo del equipo del Servicio Especial de Investigaciones Técnicas (SEIT) Zona Norte, que llegó al lugar, aseguró que Carolina Aló estaba llena de puñaladas de la cintura para arriba, en cabeza, pecho y brazos.
Informó también lo siguiente: "Al lado del cuerpo encontramos tres cuchillos ensangrentados y un formón, que es una especie de punzón que utilizan los carpinteros. Algunos estaban doblados porque chocaron con hueso, como las puñaladas en la cabeza de la chica. El joven también tiene cortes en las manos, provocados por la fuerza que debió hacer a veces para clavar los cuchillos. Lo hizo con tanta fuerza que su mano se deslizó hasta la hoja del cuchillo y lo cortó a él".
Aunque no se sabe cuánto tiempo tardó Tablado en aplicar las 113 puñaladas, la tragedia debió ocurrir entre las 21.30 y las 23. La reconstrucción preliminar de lo que pudo haber pasado, según los forenses e investigadores, indica que Fabián persiguió a Carolina por toda la planta baja de la casa y que el acto final ocurrió en el garaje.
"La chica trató de defenderse. Tenía las manos cortadas, como si hubiera tratado de cubrirse de las puñaladas", agregó Torre.
Al parecer, Fabián entró y salió del garaje varias veces. Iba a la cocina a cambiar los cuchillos a medida que se iban rompiendo.
Luego de realizar una autopsia de cinco horas, los forenses Gloria Peleorini y Héctor Di Salvo concluyeron que solo una de las puñaladas fue la que causó la muerte.
En el cuarto de Fabián la Policía secuestró un cuaderno lleno de dibujos. "Uno de ellos muestra a un hombre con un hacha en la mano. Del hacha gotea sangre y como única inscripción hay tres "JA JA JA", confiaron los investigadores.

RICARDO BARREDA


Gladys. "Voy a limpiar las telarañas del techo", comentó.
No tuvo éxito. "Andá a limpiar, que los trabajos de ''conchita'' son los que mejor hacés", llegó la respuesta como latigazo. Prefirió ir a podar la parra. Cuando llegó al armario para buscar un casco se encontró con la escopeta Víctor Sarrasqueta, calibre 16,5, que su suegra, Elena Arreche, le había traído de Europa.
El arma recompuso su ego. La tomó casi con pericia. Cargó rápido. Y guardó más cartuchos en el bolsillo de su guardapolvo. Entonces inició la cacería. Fue hasta la cocina, donde estaban su mujer y su hija menor, Adriana. Primero le disparó a Gladys. "Mami, está loco", escuchó con nitidez a pesar del estruendo que rebotaba en las paredes. No se detuvo. Esta vez, los disparos fueron contra la chica.
Por las escaleras bajó Elena Arreche, la suegra, quien en la mente del dentista aparecía como "la desintegradora de la familia". Otra vez tuvo precisión. Su otra hija, Cecilia, saltó sobre el cadáver de su abuela y le gritó: "¿Qué hiciste, hijo de puta?". Era su preferida. También la mató.
Luego, con la prolijidad que utilizaba para acomodar su consultorio, comenzó a levantar los cartuchos usados. Los puso en una caja y los colocó en el baúl de su auto.
Barreda regresó al comedor, con un plan en la cabeza. Desacomodó algunos muebles, desparramó papeles y armó un escenario de robo.
Al mediodía salió en su Ford Falcon. Tiró los cartuchos en una boca de tormenta del centro platense. Después, fue hasta un paraje cercano a Punta Lara y tiró la escopeta a un canal.
Ninguna evidencia podría cercarlo, pensó. Entonces, se fue tranquilo al zoológico. Tuvo tiempo para llegar al cementerio ("para conversar con mis viejos", contó luego) y a las 16.30 entró a un hotel alojamiento con su amiga, Hilda Bono.
A la medianoche regresó a su casa y prendió las luces. Los cuatro cuerpos seguían ahí, desparramados.
Siguió su plan: fue a buscar un servicio de ambulancias. Y cuando llegó la Policía contó la historia de robo, fingió sorpresa y mantuvo su gesto de suficiencia.
Fue trasladado a la seccional 1. El comisario Angel Petti tenía una sospecha, pero Barreda seguía haciendo su papel. Hasta que el policía probó una fórmula: le dio un Código Penal, abierto en la página donde el artículo 34 establece la inimputabilidad. Es decir, donde se indica que no son castigados aquellos que no entienden —por locura u otra causa— lo que hacen.
Leyó el texto. Se sintió más seguro. Entendió el mensaje. Había llegado el momento de cambiar de papel. Un rato después llamó a Petti y le contó la verdad.
El 7 de agosto de 1995 reveló cada detalle del cuádruple crimen a los integrantes de la Sala I de la Cámara Penal Carlos Hortel, Pedro Soria y María Clelia Rosentock. Nunca se quebró.
Un perito, Bartolomé Capurro, aseguró al tribunal que el acusado padecía de "psicosis delirante". Si esa teoría hubiese sido aceptada por la Cámara, Barreda habría terminado en un manicomio. Para entonces, la opinión pública estaba dividida entre quienes lo creían loco y aquellos que veían un gran simulador en él.
Después de largas jornadas de juicio, el acusado fue condenado a reclusión perpetua por triple homicidio calificado y homicidio simple.
De los tres jueces, sólo Rosentock creyó que Barreda estaba loco. Y dijo en el fallo: "Era un fanático de la unión familiar que sucumbió cuando la vio desintegrarse". Hoy, en la cárcel, Barreda sueña con otro hogar que borre los fantasmas del pasado.

7 dic 2010

MONSEÑOR ANTONIO JOSÉ PLAZA


Monseñor Plaza fue un activo colaborador de las fuerzas represivas durante la dictadura militar. Usó su posición de la Iglesia para entregar a decenas de personas a las Fuerzas de Seguridad que aún permanecen "desaparecidas", entre ellas a su propio sobrino, José María Plaza quien luego fue visto en la ESMA.
Monseñor Antonio Plaza fue designado capellán mayor de la Policía de la Provincia de Buenos Aires el 11 de noviembre de 1976, siendo jefe de la institución el entonces coronel Ramón Camps, uno de lo más sádicos represores. Como capellán, visitó centros clandestinos de detención, donde albergaban a los "desaparecidos", junto con el coronel Camps. Por ejemplo, el ex-desaparecido Eduardo Schaposnik, lo vio a Plaza con Camps en el centro clandestino ubicado en la división de infantería de la policía de la provincia de Buenos Aires. Continuó como capellán, recibiendo el suelo más alto disponible en la policía y disponiendo de un chofer, hasta que fue destituido por el gobierno democrático en 1983.
Monseñor Plaza dio su apoyo a las leyes de impunidad en Argentina. Al referirse a la ley de autoamnistía, dicatda por el último presidente de facto Reynaldo Bignone, y a la que calificó de "evangélica", dijo: "las leyes de amnistía en toda la tradición del mundo, nunca fueron cosa mala, es algo que aquieta los espíritus. Esto no debe tornarse para nosotros como los encuentros de Nuremberg, para ir a buscar y matar gente, cometiendo un montón de irregularidades y llevarse al pobre Eichmann..." (La Voz, Buenos Aires, 19 de agosto de 1983) Denunció al juicio contra la junta militar caracterizándolo así: "...es una revancha de la subversión y una porquería. Se trata de un Nüremberg al revés, en el cual los criminales están juzgando a los que vencieron al terrorismo..."
En 1984 fue denunciado por delitos de encubrimiento de torturas, privación ilegal de la libertad y violación de los deberes de funcionario publico.
El nombre del Monseñor Plaza apareció como uno de los 15 sacerdotes denunciados como represores en la lista de la CONADEP. Plaza no protestó su inclusión, ya que nunca negó su conexión con las fuerzas de la represión.
Falleció en 1987.

1 dic 2010

THIERRY PAULIN, EL MONSTRUO DE MONTMARTRE


El 5 de octubre de 1984 dos hombres atacaron a una anciana de 91 años robándole todos sus ahorros tras atarla, amordazarla y golpearla. Cuando la encontraron, su estado de nervios era tal que fue incapaz de proporcionar una descripción de los agresores. Ese mismo día otra anciana de 83 años era atacada en un distrito vecino, pero la mujer no contó con tanta suerte como la anterior, pues la atacaron golpeándola fuertemente y la asfixiaron posteriormente con una almohada robándole la pequeña cantidad de 200 francos. El cadáver fue encontrado atado con la cuerda de una cortina. Cuatro semanas más tarde fue hallada otra mujer, esta vez de 89 años, asfixiada con una bolsa de plástico y a la que le faltaban unos 500 francos y un reloj valorado en 300 francos. A partir de ahí los crímenes se volvieron más violentos y de una crueldad extrema. La siguiente víctima fue una maestra jubilada de 71 años, quien tras ser amordazada y maniatada con un cable, fue golpeada con tal fuerza que tenía la nariz y la mandíbula rotas. Habían utilizado una bufanda para estrangularla. La autopsia revelaría posteriormente que la mayoría de los huesos de la parte derecha del cuerpo se hallaban destrozados. El asesino se llevó unos 10,000 francos. Dos días después se encontró un nuevo cadáver. Una mujer, de 84 años, había recibido varios golpes en el rostro, luego le dieron una mortal paliza y la torturaron hasta la muerte. Tenía la boca y la garganta abrasadas por ácido; la habían obligado a ingerir sosa cáustica, quizá para que confesara dónde guardaba el dinero. Se calcula que el botín fue de unos 500 francos. Así continuaron los crímenes en días sucesivos hasta alcanzar la terrible cantidad de ocho mujeres brutalmente golpeadas y asesinadas en tan sólo cinco semanas. La policía apenas podía realizar la inspección ocular del lugar de un crimen cuando ya se le notificaba de otro caso. El robo de dinero parecía ser el único móvil de aquellos crímenes brutales, pero las cantidades eran tan ridículas que la policía pronto desechó la idea. Cuando la policía parisina intentó trazar un perfil del asesino de ancianas le resultó muy complicado, pues aquellos crímenes no encajaban en ningún modelo conocido. El asesino no tenía móvil sexual, pero sí era desconcertante el sadismo y la brutalidad demostrados en los crímenes. Los investigadores dedujeron en seguida que se trataba de una persona sin empleo fijo, debido a las horas en que se cometieron los asesinatos, y que ésta tenía una buena presencia física o que era una persona "encantadora" a primera vista, pues nunca se hallaron cerraduras forzadas ni puertas golpeadas. Por las heridas de las víctimas, también pensaron que se trataba de alguien joven y robusto, pero todo eso no era suficiente para atrapar con rapidez al asesino reincidente. Los asesinatos de las ancianas se convirtieron en el tema de conversación principal de todo París y provocaron las protestas y manifestaciones de la población en contra de los delitos violentos. Poco a poco el pánico comenzó a extenderse por la ciudad y se tomaron medidas de emergencia, como un espectacular despliegue de policías procedentes de varios departamentos en las zonas que el asesino acostumbraba frecuentar, teléfonos de socorro por si alguien veía algo extraño, asesoramiento destinado a las personas mayores, etc. En el verano de 1986, dos años después de su comienzo, el asesino había acabado con la vida de dieciséis ancianas, hasta que pasó un período sin que se cometiese ningún crimen de ese tipo en la zona. Los agentes no podían llegar a sospechar siquiera que el asesino en serie tan temido se encontraba por aquel entonces entre rejas detenido por venta de cocaína. Ese hombre se llamaba Thierry Paulin. Thierry Paulin nació el 28 de noviembre de 1963 en la isla caribeña de La Martinica, y al poco tiempo de su nacimiento su padre abandona la familia. Su madre, de 17 años, lo envió con su abuela quien dirigía un restaurante y no tenía tiempo para atender a su nieto; pasó los primeros años de su vida desprovisto de todo afecto familiar, convirtiéndose en un muchacho difícil y violento. Unos años después su madre se casa con otro hombre y tiene tres hijos con él, pero el hombre pronto se cansa del carácter de Thierry y lo envía a Francia con su verdadero padre, lejos de la familia. Pero éste también estaba casado y con dos hijos, por lo que tuvo que aprender a integrarse en una nueva familia, sin tan siquiera conocer a ese señor que decía ser su padre. A los 18 años, cuando se encontraba haciendo el servicio militar, entró en un supermercado y después de amenazar a la propietaria con un cuchillo de carnicero huyó con todo el dinero de la caja. La mujer logró identificarlo, Thierry fue detenido y pasó una semana en la cárcel. Al acabar el servicio militar, Thierry se instaló en París, integrándose rápidamente a la comunidad de homosexuales y consiguió un empleo en un club nocturno especializado en shows de travestis. Allí conoció a su primer compañero sentimental Jean Mathurin. En ese local Thierry hacía a veces actuaciones travestis, e incluso invitó a su madre a ver el espectáculo; quien impresionada de ver a su hijo con ropas de mujer se retiró antes de que acabase, rechazando así su homosexualidad. Mientras tanto, Thierry y su novio decidieron irse a vivir juntos y se instalaron en un hotel. En aquella época la pareja vivía con todos los lujos posibles, comían en restaurantes lujosos y se dejaban ver en todas las fiestas y clubes de moda. Pero el dinero se les acabó pronto y la buena vida con él, entonces comenzaron las crisis de pareja, las escenas de celos y las discusiones. Se vieron obligados a buscar un alojamiento más barato ya que tenían muchas deudas, así que Thierry se vio forzado a cometer pequeñas estafas, a traficar con drogas y a robar tarjetas de crédito para buscarse la vida y pagar sus numerosas deudas acumuladas. En París vivía de noche en clubes donde a nadie le extrañaba su comportamiento, y allí podía asesinar una y otra vez sin despertar la curiosidad de nadie. Su predilección por las mujeres mayores nunca fue explicada. Tal vez su niñez estuvo poblada de ancianas que no cesaban de juzgarlo y corregirlo, y quiso -según su mentalidad enferma- liberar a París de aquellas odiosas mujeres. Su constante preocupación era llamar la atención de los demás, estar siempre rodeado de gente e invitarlos a sus fiestas, lo que le proporcionaba gran cantidad de amigos de conveniencia ganados a base de comprarlos con alcohol y cocaína. De hecho, una vez en la cárcel, Thierry se dedicaba a recortar las notas de prensa que hablaban de él. Siempre narcisista, su aspecto físico continuó siendo su gran obsesión. Antes de ser encarcelado se le habían tomado unas muestras de sus huellas dactilares, pero por aquel entonces los sistemas informáticos de que disponía la policía eran bastante limitados, por tal motivo eran los mismos agentes los que realizaban la dura y larga tarea de comparar todas las huellas digitales. Para empeorar las cosas, Thierry había sido arrestado no en París, sino en otro distrito, y las huellas las habían guardado en otros archivos. Además, el delito por el que había sido inculpado no requería el cotejo en los mismos archivos con las huellas de los inculpados por delitos de agresión u homicidio; por el momento ninguna prueba lo inculpaba, y nadie podía imaginar que ese hombre era el asesino de las dieciséis mujeres. Cuando Thierry obtuvo la libertad tras estar doce meses entre rejas por venta de drogas, reanudó su vida y sus viejas costumbres. Una de ellas, fue la de seguir asesinando; mientras, la policía de París seguía investigando los crímenes. Pero esta vez los agentes contaban con un as en la manga: la primera víctima de Thierry, la señora de 91 años a la que había atacado para robarle sus ahorros, se había ido recuperando del trauma y tres años después les proporcionó una detallada descripción del agresor. Inmediatamente se distribuyó su retrato robot (hablado) por todas las comisarías de París y sus alrededores y al poco tiempo Thierry era identificado y detenido. Tras comprobar que sus huellas correspondían con las tomadas en los lugares de los crímenes, fue interrogado sin interrupción durante cuarenta y tres horas seguidas por la Brigada Criminal, y terminó confesándose autor de más de 20 crímenes. Lo que dejó atónitos a los policías, era la indiferencia con la que Thierry describía los mismos, absolutamente incapaz de comprender la terrible gravedad de lo que había hecho. Para él, la vida de un ser humano carecía por completo de valor. Las razones que llevaron a Thierry a cometer aquellos crímenes continúan siendo un misterio, por lo que los psiquiatras tuvieron que hacer un retroceso a su infancia para tratar de ver más claro. En realidad jamás tuvo un hogar, ni una familia que le quisiese y se preocupase por él. Antes de llegar a la adolescencia ya lo habían custodiado tres personas: su abuela, su madre y luego su padre, pero todos se lo fueron quitando de encima poco a poco, lo que Thierry interpretó como un rechazo. Por otra parte, su inclinación homosexual había despertado un desprecio general en su entorno. Privado de todo cariño, no sentía hacia los mayores ningún respeto. Se negaba a ser como todos los adultos que conocía, pues eran indignos de su confianza y respeto, y continuó siendo un niño reservado, desafiante y violento. La falta de amor le había endurecido hasta el punto de ignorar el sufrimiento, tanto si él era víctima o agresor, no tenía piedad. Lo demuestran sus posteriores declaraciones a la policía: "Yo sólo ataco a los débiles". Acabó confesando que no siempre actuaba solo y que su amante Jean Mathurin había tomado parte en los primeros crímenes. Finalmente, en el juicio se le acusó por asesinato y robo con violencia en dieciocho ocasiones. Mientras cumplía condena, el 16 de abril de 1989 fallecía en su celda, enfermo de sida cuando sólo contaba con veintiséis años.

RICKY KASSO-EL REY DEL ACIDO


En un principio se asoció el crimen como parte de un rito satánico, en el cual habrían extraido los ojos de la víctima.
Relaccionado con un culto satánico tras asesinar a un compañero por no adorar a Satán.
Ricky Kasso era un joven de 17 años de edad que residía en Northport, Long Island. Lo apodaban "el Rey del Ácido" por su afición a las drogas alucinógenas.
En 1984, la policía de Northport recibe una llamada telefónica declarando que había sido hallado un cuerpo semi enterrado en un hoyo en el pequeño bosque de Aztakea. Un grupo de agentes se dirigieron al lugar con la intención de comprobar la veracidad de la llamada, y efectivamente, en los bosques se encontró el cuerpo de Gary Lauwers.
Por el elevado grado de descomposición del cadáver se estimó que debía llevar allí más de dos semanas. El hombre había sido apuñalado treinta y dos veces, de las cuales unas veintidós en la cara. Debido al mal estado del cuerpo, los agentes no podían asegurar el número exacto de heridas, pudiendo haber sido un total de cortes mayor al precisado.

La policía enfocó su investigación sobre dos jóvenes bastante conocidos en el mundillo policial por ser habituales consumidores de drogas y cometer actos de vandalismo propios de adolescentes. Se trataba de Ricky Kasso y su amigo James Troiano.

Los dos habían dejado la escuela secundaria, y ahora se dedicaban a vagar por las calles.
Eran dos personajes curiosos, Troiano tenía el record de arrestos por robo, mientras que Kasso lo tenía por reunir los cargos más extraños.

Su arresto más reciente había sido por haber profanado una tumba del siglo 19, en dónde robó un cráneo y una mano. Según sus declaraciones, los pensaba utilizar en un rito satánico.

Poco después fueron puestos bajo custodia, y en un interrogatorio casi de rutina ambos confesaron a los agentes haber cometido aquel asesinato. Decían que se habían unido a un grupo satánico local conocido como el "los Caballeros del Círculo Negro" que tenía alrededor de veinte miembros y era conocido por sus sacrificios animales a su dios Satán.

En un principio se asoció el crimen como parte de un rito satánico, en el cual habrían extraido los ojos de la víctima. Kasso declaró que estaba en el bosque con Lauwers y dos amigos, Quinones y Troiano.

Dice que comenzó a sentirse extremamente agresivo, entonces comenzó a golpear a Lauwers hasta perder el control. Luego reconoce haber sacado un cuchillo del bolsillo y haberlo apuñalado gritando una y otra vez "Di que amas a Satanás". Como el agredido no contestaba más que "No, yo solo amo a mi madre", siguió ensañándose con él preso de la rabia hasta que lo mató.

Cuando vio lo que había hecho confiesa haber sentido miedo, pero en ese preciso momento dice haber escuchado el graznido de un cuervo que, en su mente, identificó como una señal de Satanás diciéndole que el crimen había sido en su honor y un hecho positivo para él.

Por otro lado, cuando James Troiano fue interpelado en el juicio por asesinato en segundo grado declaró que ni el grupo de satanistas "Los Caballeros del Círculo Negro" ni el satanismo en general habían tenido que ver con el crimen.
Él afirma haber sido tan sólo un testigo del asesinato junto con Alberto Quinones. Y si bien el satanismo no había estado mezclado con el asesinato, admitió saber que Kasso seguía un estilo de heavy metal muy duro relacionado con el satanismo, pero que las drogas habían sido el factor principal del crimen.

El acto que motivó el ensañamiento con la víctima había sido que Lauwers habría robado diez papelinas de droga a Kasso.

Cuando el joven se enteró, el 16 de junio, decidió darle una lección a Lauwers.

Los jóvenes testigos aseguran que el percance de los ojos ha sido un hecho accidental, pues Kasso se los habría extraido durante el forcejeo que mantuvieron ambos con el cuchillo.

Finalmente dicen haber recubierto el cadáver con hojas y haberlo abandonado en el bosque.

En el juicio, Troiano mantuvo que él sólo había sido un testigo, y que no había participado en el asesinato. El jurado no lo declaró culpable.

Para enredar más todas estas declaraciones contradictorias, el 7 de julio de 1984 a la una de la mañana, Richard Kasso se suicida colgándose en su celda de la prisión de Riverhead, en Nueva York. Lo que verdaderamente pasó esa tarde en el bosque de Aztakea sigue siendo un misterio.

Unos años más tarde, en 1992, salía a las pantallas la película My Sweet Satan (Mi dulce Satanás), escrita, dirigida e interpretada por Jim van Bebber. Basada en la verdadera historia de Ricky Kasso.

EL ASESINO DEL AJEDREZ O EL ASESINO DEL MARTILLO


Conocido como "El Ajedrecista", "El Asesino Del Ajedrez" o "El Asesino Del Martillo", Pichushkin fue arrestado el 16 de junio de 2006 en su casa de Moscú, gracias a que la policía halló en la casa de una de sus víctimas un papel con datos (su nombre y número telefónico) que la mujer había dejado a su hijo para que pudiera ubicarla. La policía se abalanzó sobre la casa del asesino, que no opuso resistencia, y confesó todo desde un primer momento: cada vez que tomaba una vida colocaba una moneda sobre una casilla de su tablero de ajedrez. Su idea era matar a un ser humano por cada casilla, es decir, 64. La policía encontró 61 casilleros cubiertos, pero la fiscalía sólo logró obtener evidencia de 49 asesinatos.

Según la policía, Alexander Pichushkin asesinó personas durante no menos de 14 años, atrayéndolas hacia el bosque de Bitsevsky, ubicado en un parque en las afueras de Moscú. Luego de seleccionar a su víctima, simplemente la invitaba a beber algo, tanto si se trataba de un indigente como si era un compañero de trabajo a alguna señorita, le pedía que lo acompañase unos momentos en su duelo frente al falso sepulcro de un perro inexistente, le convidaba vodka y, cuando la notaba lo suficientemente ebria, la asesinaba a martillazos.
Al ser arrestado, el mayor asesino en serie de la historia rusa manifestó que quería batir el récord de Andrei Chikatilo, condenado a muerte y ejecutado en 1994 por asesinar a 53 adolescentes y niños en el sur de dicho país. Alexander Pichushkin mató por primera vez en 1992, a los 18 años, empujando a través de una ventana de un edificio a un compañero de estudios con el que disputaba el amor de una muchacha. A partir de allí, comenzó a perpetrar una serie de asesinatos que aterrorizarían a la sociedad rusa en general, pese a que se habló de asesino en serie recién en el año 2001. Acusado de cometer 49 homicidios, su juicio comenzó el 10 de septiembre de 2007. Pichushkin no sólo no negó las acusaciones, sino que afirmó ser el responsable de muchas muertes más. Como en Rusia la pena de muerte ha sido suspendida (no abolida) hasta el año 2010, el imputado, aislado del público -en un cubo blindado- para proteger su integridad física de varios de los familiares de las víctimas que le juraron venganza, se enfrentó a una pena de cadena perpetua. El 24 de octubre de 2007 un tribunal ruso lo halló culpable de 48 asesinatos y tres tentativas de asesinato. El 20 de octubre de 2007 se confirmó la sentencia a cadena perpetua que había en su contra.

O.J SIMPSON


El 04/02/1997 , un jurado civil de Santa Mónica (California) declaró a Simpson responsable de la muerte de Ronald Goldman y de asalto contra Goldman y Nicole Brown. El abogado del demandante Fred Goldman (padre de Ronald) era Daniel Petrocelli. Simpson fue obligado a pagar 33.500.000 DÓLARES por daños. Sin embargo, la ley californiana impide que se enajenen las pensiones con el fin de satisfacer estos pagos judiciales, por lo que Simpson pudo seguir manteniendo su estilo de vida gracias a la pensión de la NFL. Un artículo de la revista ROLLING STONE en 2000 afirmaba que Simpson aún tiene importantes ganancias provenientes de firmas de autógrafos. Para evitar tener que pagar, el exdeportista se mudó de California a MIAMI(FLORIDA) , donde en la mayoría de los casos la ley impide el embargo de la residencia de una persona para cobrar una deuda. Simpson no se ha declarado en bancarrita. En 2008 fue declarado culpable de todos los cargos.

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POEMA A LA MUERTE POR PABLO NERUDA

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante

POEMA A LA MUERTE

¿Cómo llenar el vacío de esta noche?

No con lágrimas,

puesto que el exilio es voluntario,

sí con pena,

que no cabe en mi pecho el deseo.

¿Es, acaso, extraño una noche oscura?

De loco es añorar la luz ahora

y sin embargo me salgo de mí

y necesito como el adicto

la droga redentora.

Tiemblan mis labios

en tus labios ausentes,

huyes como una sombra

que no logro atrapar.

Queda mi grito en la garganta

y tu pecho cotidiano

de las manos se escapa,

tus ojos, ya cerrados,

no me hablan.

En este silencio sin tí

me pregunto:

¿Cómo llenar el vacío de esta noche?

NO SON LOS MUERTOS

No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de su tumba fria,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.

No son los muertos, no los que reciben
rayos de luz en sus despojos yertos,
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.

La vida no es la vida que vivimos,
la vida es el honor, es el recuerdo.
Por eso hay hombres que en el Mundo viven,
y hombres que viven en el Mundo muertos.